martes, 29 de octubre de 2013

La Vejez


No se si tengo el valor suficiente para vivir la vejez. Yo también confieso que he vivido y son muy pocos los días que prefiero que no hubiese amanecido. He amado y me siento amado, espero haber hecho gozar tanto como yo he gozado, mi trabajo ha sido honesto y espero haber contribuido al bienestar de la sociedad que me ha acogido. He venerado y respetado a la generación que me engendró y recibo el amor y respeto de los que me siguen.

¿Qué más puedo pedirle a vida, qué más puede darme?, solo dolor y decadencia, ver como el tiempo roba mis sueños, soportar el desengaño de los sentimientos, percibir la lenta e implacable perdida de los sentidos y sufrir la impúdica humillación del cuerpo.

No quiero, no me gusta recibir más de lo que puedo dar y eso es de lo que trata la vejez. ¿Por qué el anciano tiene la mirada triste?, el hilo de vida que le queda ha perdido su libertad y le araña el alma, solo puede esperar la llegada de la inevitable muerte sin poder ofrecer nada más que el estorbo de su existencia.

No quiero guardar mis pensamientos ocultos, no quiero vivir si no tengo la libertad de poderlos confesar. Acaba de amanecer…ya brilla el cielo con el azul limpio de Andalucía, sueño con los verdes valles de mi Cantabria.

15 de septiembre de 2005, en vuelo de Madrid a Almería

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